Esas
locas esperanzas de volver a encontrar a su amor a la vuelta de la
esquina.
No
son mas que sombras de una realidad utópica
Del
amor eterno hasta que dure...
La
eternidad no es mas que un soplo de cronos.
La
eternidad está en sus ojos.
Reflejo
de un amor en ruinas.
No
mas bien el brillo de una pasión olvidada
En
cajones de una habitación en penumbras.
Cajones
que expresan la soledad de una lágrima.
Que
cae por el rostro de la enamorada.
Que
fue olvidada por él que le prometió amor eterno.
Y
que no fue mas que un amor pasajero, que termino con la caída de las
primeras hojas del otoño.
El
otoño no solo se llevó el amor de verano,
El
alma le fue arrebatada por el olvido y la desesperanza.
El
olvido, que no olvida,
Tal
parca viene por el alma de todos los enamorados desamparados.
Esperando
en silencio quedo
La
enamorada con mil poemas de amor.
Amor
que espera, mas no encuentra.
Solo
la consuelan, sus viejos poemas.
Al
final del día, él mira la noche y observa la Luna,
Pero
no encuentra respuesta alguna en su romántica duda.
Duda
que cada día lo mata un poco mas, muere y revive en el recuerdo de
su amor perdido
Ahora
solo no estoy en ningún lado y todos me olvidan, dice dolida.
Dolida
por las memorias que no volverán.
Ella
le dio su corazón y sabe que no lo recuperara.
Vacío,
vacío es lo que ve dentro de él
Y
como duele aceptar una derrota,
Como
duele ser vencido, duele aceptar lo perdido.
Saber
que nunca volverá, es la duda
Que
tal cuervo pica su carne y no lo deja descansar
Descansar
no me dejo porque sé que yo siempre la veo, en mis sueños.
Sueños
recurrentes de esta utopía llamada amor.
Amor
que siempre aparece fugaz y se esfuma al momento.
Como
la espuma del mar, que rompe contra las rocas de este acantilado
llamado amor.
Ah…
La esperanza es lo último que se pierde en el amor, pero entendida
esta ella.
Esperanza
que tal vez encuentre en aquella esquina donde lo perdió.
O
en el silencio que el dejo.
Cuando
se fue, esa tarde de otoño.
Juan F. González
Alemany, Andrés R. Saravia y Octavio L. Rodríguez.