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sábado, 28 de febrero de 2015

Lazos

Examine y señero te espere pero no apareciste, en un extraño silencio sin final nuestras vidas siguieron su paso. Te vi, me viste, pero no te importo que me alejara, no te importo que me vaya antes, porque sabias que no sabias lo que me pasaba, pero peor era que sabias que no te importaba, 
Esperé que con un casual tu vida formara parte de mi, pero me olvide que elegimos nuestro camino y tu, la que alguna vez ame, te fuiste y no me elegiste. 

Pasado y presente se unen en uno, solo para recordar que tienen algo en común, su soledad. Su silencio. Existo cuando tu me amas, pero no en mi silencio.

A ti también te conocí, la que una vez fue algo importante en mi vida, ahora solo vive en otra lugar, en otro mundo. No me culpes si te digo la verdad, no me odies si te grito que no quiero verte mas, porque simplemente sera mi verdad. 
No es tu culpa, no es la mía, solo se que esta vez sera definitiva. Porque nunca fuiste la verdad, simplemente una mentira.

Ayer me querías, hoy me odias, pero eso ya no importa. Porque te dejé de esperar, no porque te odie o porque no fuera paciente, si no porque ya me cansé de el silencio. 
Lazos que se unen de vidas que alguna vez fueron ajenas para poderse sentirse completo, pero hoy esos que estaban unidos ya no lo están, solo su recuerdo.

Ayer y hoy son lo mismo solo con distinta fecha, tu no me recuerdes lo que ya se, yo no te recuerdo lo que me falta. Porque se que el silencio que me llena hoy es el mismo que me vaciaba ayer.

Palabrerìo que no me llena, solo me aleja a la verdad, a la dolorosa existencia, a mi entrañable promesa.

domingo, 22 de febrero de 2015

Oscuridad

La calìgine del crepúsculo me acompaña todos los días, cuando intento huir, de la realidad, de mi existencia.
Pero ella siempre está, nunca me abandona pero igual me siento solo. Nunca me dijo nada, yo nunca le dije nada, tampoco espere que ella comenzara a dialogar con alguien que quizás no conozca tanto como ella cree saber. Yo no quería hablar, quizás porque tenia miedo de que nunca me contestase o tal vez nunca me anime a decirlo por el simple hecho de no conocerla.

Sin embargo ella me acompañaba, tardes, mañanas y algunas veces con la luz de la luna en las noches. Sentía lo mismo que yo, esa soledad de caminar calles solitarias sin rumbo, sin objetivo,  mas no saber que el destino nos deparara.

Creo que no le importaba seguir mis pasos, ella creía que yo sabia donde iba, yo creía que ella sabia que no. Susurrabas algunas palabras que nunca entendía, quizás porque no me interesaba porque sabia que no sabias lo que querías.

Algunas veces me acompañabas en mi casa, pero estabas lejos como si la pared fuera tu vida, tu mundo. Por que solo estabas allí, inmóvil, indiferente de lo que me pase, de lo que sienta.

El frío invierno nos acercaba pero igual se sentía frió, quizás que tu oscuridad no fuera suficiente para mi, tal vez yo no era suficiente para ti. No importa, en las noches oscuras y frías tu nunca estabas, me abandonas porque quieres, porque no me necesitas.

Yo si te necesito, aunque seas fría como una glaciar que nunca vio la calidez de una persona, porque quizás tu, mi pequeña oscuridad que me sigue a todos lados, pueda ver lo que yo fui y entienda que yo no soy esa persona que todos ven. Aunque no me conozcas y muchas veces te vayas, me conoces porque sabes mis debilidades, sabes que la soledad me mata, sabes que el silencio me mata, sabes que tu presencia es lo mas parecido a la vida que siempre tuve.

Pero igual te vas, ¿Porque me abandonas?. Algunas veces te necesito, algunas veces te anhelo. Pero te vas. Te vas.

Necesito que vuelvas, pero no para volver a ser esa mancha en el suelo, si no para formar parte de mi, para ser mi parte oscura. Mi existencia prende de un hilo, y tu, eres ese hilo. Sin ti, no existo, sin ti, no siento, sin ti no tengo alma.

Mas no puedo huir porque la luz del sol no refleja mi sombra.

sábado, 14 de febrero de 2015

Excusas oscuras

Silencio, oscuridad, muerte, dolor y nada. Es lo que existe en la mente de un desolado, en el cuerpo de un olvidado.

Juan Pablo había vivido toda su vida cómodamente, el era de una de las familias mas adineradas de España. Él no necesitaba nada, él necesitaba todo.

Escucho el primer pitido del despertador a las 6:59 de la mañana, el no tenia nada que hacer, solo le gustaba mirar el amanecer desde su chalet en Nerja, podría saborear los anaranjados del cielo como si fuera el mas dulce néctar de una reina abeja. Logro todo lo que quería en su vida pero igual se odiaba, necesitaba algo que ni si quiera el podía comprar.

Después de ver durante 15 minutos el amanecer decidió que era el tiempo de irse a pasear por las costas del pueblo. Con sus casi 52 años Juan Pablo no pudo ver nada de la vida.
Cada paso que hacia era un recuerdo de lo que alguna vez hizo, el amor nunca fue uno de ellos, con su blanquecina piel llamaba la atención de aquel pueblo pero nunca se sintió querido. Juan era una buena persona pero todos le tenían miedo, quizás porque creían que el dinero lo había cambiado o quizás simplemente lo odiaban por tener mejor vida que la de ellos.

En su soledad juan nunca lo soporto, fue a los mejores analistas, participó de seminarios auto-ayuda, pero nada, nada.  Su soledad seguía, su soledad permanecía. El lo único que pudo hacer fue escribir sus memorias en papeles de bares que el concurría, solía dejarlos para que el cantinero lo leyera o no pero el le gustaba creer que eso lo hacia un poco eterno.

Cuando era niño el le encantaba estar al aire libre escuchando a su padre con la guitarra y ver a su madre como lo idolatraba sabiendo que no era tan bueno. Eso fue la primera vez que vio el amor. Y la ultima. El amor que tenían sus padres fue eterno, luego de una lucha interminable contra régimen franquista ellos simplemente no lograron ganarles.

Juan Pablo llego al bar que el siempre iba a almorzar, quizás no era el mejor del pueblo pero alguna vez sintió algo allí. Mientras almorzaba un plato suculento de pescado volvía recordar porque estaba solo.
Lo entristecía saber que el no tenia nada mas que un montón de cosas inútiles que el compro solo para sentirse menos vacío. Escuchaba un pequeño susurro que le decía la verdad, la verdad que el nunca quiso escuchar, la verdad de la soldad, la verdad de su mentira.

Luego de un tiempo de jugar con la comida Juan Pablo decidió que era tiempo de irse, pago la cuenta y salio con su triste mirada. El camino de vuelta a su casa, escucho como una pareja discutía y se quedo a observar lo que sucedía. Estaba tan solo que lo único que deseaba era que alguien, aunque sea con odio, lo mirara, porque sabia que el día de mañana el iba a morir, el iba a dejar existir.

Mientras caminaba en sus pensamientos de dolor, Juan se cruzo con una bella dama, que el solía conocer en sus años mozos. Él la saluda pero no recibe respuesta alguna, extrañado y algo ofendido sigue su marcha hacia su chalet.
El recuerdo de una posible vida lo destruía poco a poco porque sabia que nada ni nadie lo recordaría. Destino de un ser malvado que alguna vez molesto, o si quiera miro.

No recordaba mucho de su vida, quizás porque negó el hecho que ya había terminado, al fin y al cabo nunca fue feliz y sin previo aviso termino, termino en un silencio que nadie dijo, unas palabras de adiós de un desconocido y nadie mas, nadie mas.

Juan Pablo nunca lo supo, creyó que era un sueño y como la vida seguía el también seguía. Pero cuando uno muere sus seres queridos lo buscan, pero nadie quería a Juan, por eso nadie lo busco.

Su chalet ya no era su chalet, es mas ni siquiera era un chalet, era un hotel de renombre internacional y que todo concurrían.  El amanecer solo era una excusa que el mismo se decía para poder escapar de ese amado y a la vez odiado lugar. 
La gente que lo miraba en la playa realmente nunca lo miro, quizás solo pasaban por allí y el con su triste esperanza, creyó que alguien por fin lo miró. En el bar que nunca estuvo en vida solo queda en recuerdo una pequeña mancha de adiós, un silencio que siempre dura pero no gracias a él. 
La mujer que se cruzo en el camino escucho una voz pero no supo de donde vino por eso se alejo extrañada de allí, pensando que solo fue su recuerdo de alguien que alguna vez vio y que sintió esa pequeña chispa de amor, o de compasión por alguien ajeno, por alguien distinto.

En su triste camino Juan Pablo nunca miro a la luna, desconociendo que allí yace su pequeño y olvido corazón.

jueves, 12 de febrero de 2015

En la terraza del olvido



Observo como pasa la gente en su soledad.
Veo el sol caer en un 
desconsuelo eterno.

Desconociendo si volverá a estar por allí.
Veo los arboles verdes 
que susurran su nombre 
a las aves que deciden acercarse.

Días terminados.
Días que comienzan.
Noches claroscuro que llegan.

Pero nada cambia. Todo cambia.

En el recuerdo quedará otro día más 
sin volver a verte.

Otra historia sin final que 
escucha las verdades del pasado.

Eternos finales que no llegan.

Como nunca llegaste.