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lunes, 13 de abril de 2015

Carta de un desolado: El inicio

Tengo presentarme, al fin y al cabo son mis memorias. Me llamo. Tengo otros nombres pero ya no los recuerdo. Soy feliz, o creo serlo. Vivo en la ignorancia de desconocer lo ajeno y hoy les voy a contar una pequeña historia, la de mi felicidad.

Llegue al lugar perfecto. Las llamas del ayer no estaban encendidas. Parecía un día nuevo, sin pasado ni futuro. En aquel lugar hermoso, de frío clima y montañas nevadas, encontré lo que tenia perdido antes que naciera. El amor. Ese incomprendido que nunca se va de la vida de una persona. La noche no podía ser mejor, estaba contento por lo que había pasado durante el día, pero mas contento estaría por lo que iba a pasar. Como un viento voraz el amor llegó y yo no pude hacer nada. Quería gritarlo, pero me quede en silencio. No era incómodo aquel silencio que llenaba aquella habitación, repletas de almas perdidas. Era perfecto.
Perdidas por la necesidad de encontrarse entre ellas, solo para ver que el ayer sí importaba y el hoy era solo algo pasajero.

Amo a alguien y espero que ella también lo haga. Sus ojos de color café, eternos y perfectos, me observan y ven lo que yo deseo. Contemplo su dolor y por un instante me obsesiono del mismo.

La deseo. Pero mas que nada deseo que ella me quiera. Anhelo sus ojos en mí. 
Yo no tenía mariposas en el estomago, tenía en ecosistema vivo y que gritaba: ¡Amor!. 

Basta, basta de sentirme imperfecto. Ella lo es todo, yo soy perfecto. Porque cada vez que la miro, se me cura la oscuridad en el alma. Ya no quiero nada más, solo la quiero a ella.

Obsesionado por verla, obsesionado por sentir. Porque la vi y reconocí cada dolor, miseria y tristeza pero no me importó porque amo su ser. La amo. Recuerdo como si fuera hoy, aquellos ojos, que dieron eternidad. Y en ese recuerdo, solo quiero verla. Para poder sentir ese grito de placer oculto. En una mirada, en un suspiro.
Quiero sentir eso para siempre, deseo verla eternamente, Porque cada vez que miro a sus ojos, encuentro una razón para enamorarme.

Suspiro hasta que me quedo sin aire. Pero nada. Ella no le importa mi mera existencia. Por días y semanas ya nada me importó. Estaba volando en un mundo de placer y felicidad y nunca me había preguntada que era el amor.

El amor es solo una respuesta de nuestros ser para negarnos la soledad. En el mismo momento en el que uno ama, se da cuenta que estaba solo. Pero a uno no le importa porque siente ese placer de ser eterno y perfecto.  Porque amar es una excusa, una mentira que nos decimos. Pero eso no le quita lo perfecto.

Escuche que el amor es una reacciona química. Y si así lo era, yo me siento un bomba nuclear. A punto de explotar y decirlo todo.

Lo hice. Y no me arrepiento. Le dije: "Te quiero decir algo: te quiero, se que tu no."

Ella solo me miró, me dio las gracias y nos fuimos.
Dolor no fue lo que sentí, porque no sentí nada. No la deje de amar, no deje de ser una bomba nuclear.

Pero simplemente nos despedimos.