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domingo, 28 de junio de 2015

La respuesta

La pregunta siempre termina siendo la misma, el sentir y el vivir van de la mano pero a veces se odian.  Muchas veces me he preguntado como era, quien era.
La respuesta yace en mi, lo se. En un sin fin de búsqueda solo encontré respuestas incompletas pero tampoco importaba realmente.

Estaba en unas vías del tren, en el lugar mas frío que había visto jamas. Quizás por la falta de personas. No me puedo mover y veo el gran tren acercarse, nada podía hacer.
El fin llegaba, yo terminaba. Estoy desesperado, nada evitaba ese final, quizás debería de ser así.
Que importa.

El fin les llega a todos, ¿porque me debía de importar?. Pero esa esperanza de poder salvar mi misera vida, retumbaba mi destruida existencia. Tal vez podía intentar algo, alguien me salvaría.

Ya nada quedaba.

Las preguntas nunca cesaban, tal vez para evitar pensar en lo inevitable.  ¿Por qué otra vez estoy solo? ¿Alguien me ayudará?.
Rendido y extenuado me arrodillo para aceptar mi final. Parecía tan lejana la vida.

Frío, frío era lo único que sentí. Cada hueso de mi cuerpo se estremecía cada segundo que estaba alli, tal vez por el miedo a morir o por la necesidad de encontrar algo de calor.

-¡Basta!.-Grite despavorido. -¡Si quieres llevarme hazlo pero haz que termine!.
Escuchaba el pitido del tren acercarse, con el hielo en las vías, el maquinista nada podía hacer. Cada segundo que pasaba veía como la cara de el conductor se iba desfigurando. Tenia tanto miedo como yo, o quizás más.

Una música que alguna vez había escuchando en los grandes salones de la vieja Inglaterra, me susurraba en los oídos, como si el cielo se tratase. Puede que ese sea mi luz, puede que sea el único lugar que brillaba en mi interior.

No culpo a la melodía, al fin y al cabo esa era la mejor parte de mi vida, salir a danzar con mi dulce amada. Con una sonrisa ella siempre me recibía, puede que porque le daba pena, o me amaba. Ya no lo recuerdo.

Yo nunca había visto a mujer tan hermosa como mi dulce Anne: ojos tan grandes como la luna, sonrisa que rozaba la perfección, solo deseaba verla todos los días. Eso hacia.

Solo recordar a mi Anne me destruía cada segundo, deseaba pensar en la muerte antes que en ella. Quizás podía volver a encontrarme con ella. 
Mi Anne, la dulce Anne, se había ido, para siempre. Un malnacido le había arrebatado su hermosa vida, me la arrebato.

Nada quedaba, todo terminaba. Yo no me quería ir, solo la quería ver a ella otra vez. 
Cerré mis ojos acristalados por las lagrimas que intentaba ocultar. La muerte se acercaba, yo me iba, me iba junto a Anne.
 Te extraño, te extraño.

La locomotora nunca me dio mi respuesta.

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